Editorial Archives - Nación https://nacionuy.com/category/editorial/ Mensuario contrarrevolucionario Thu, 08 Aug 2024 15:52:47 +0000 es-UY hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.6.2 https://nacionuy.com/wp-content/uploads/2023/02/cropped-Diseno-sin-titulo-10-32x32.png Editorial Archives - Nación https://nacionuy.com/category/editorial/ 32 32 ¿Es la brutal desconexión religiosa uruguaya el verdadero opio de los pueblos? https://nacionuy.com/2024/08/08/es-la-brutal-desconexion-religiosa-uruguaya-el-verdadero-opio-de-los-pueblos/ https://nacionuy.com/2024/08/08/es-la-brutal-desconexion-religiosa-uruguaya-el-verdadero-opio-de-los-pueblos/#respond Thu, 08 Aug 2024 15:49:18 +0000 https://nacionuy.com/?p=736 Introducción al pensamiento revolucionario Coronel José Carlos Araújo En nuestro artículo anterior de Nación Oriental, pasamos revista a algunos efectos del descaecimiento moral en nuestro país, con récords de crímenes, violencia, prácticas homosexuales, y sobre todo suicidios, y dábamos cuenta de la hipótesis de la doctora en Psicología María Montoya: “La desconexión religiosa de los […]

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Introducción al pensamiento revolucionario

Coronel José Carlos Araújo

En nuestro artículo anterior de Nación Oriental, pasamos revista a algunos efectos del descaecimiento moral en nuestro país, con récords de crímenes, violencia, prácticas homosexuales, y sobre todo suicidios, y dábamos cuenta de la hipótesis de la doctora en Psicología María Montoya: “La desconexión religiosa de los uruguayos podría tener alguna relación con esta problemática. Uruguay es el país más secularizado de Latinoamérica.”

El malestar moral e inquietud de ánimo que sentimos al estar condenados a respirar en la tóxica atmósfera cultural uruguaya es porque, como en todo Occidente, vivimos bajo los funestos efectos del paradigma o pensamiento dominante de la Revolución. Una única revolución que, por su dialéctica de progreso infinito, se profundiza a sí misma en el cambio permanente y nos aleja cada vez más del bien común temporal, de la pax tranquillitas ordinis, la tranquila convivencia en el orden o concordia bien ordenada, que es el signo por excelencia que manifiesta la realización del bien común en una sociedad. Nos aleja de la paz y la seguridad que surgen del orden creado en una comunidad política justa, ese espacio de vida común llamado Patria, para cultivar las esencias, virtudes, valores y normas universales que constituyen todo el honor de la criatura humana.

Toda cosmovisión implica una concepción del mundo, del hombre y de la vida (Weltanschauung); la paradoja de la revolución humanista, en nombre del Hombre puesto en lugar de Dios y de la Verdad revelada en Jesucristo, es la consecuente deshumanización del hombre. Este Humanismo antropocéntrico, tanto liberal como marxista, es un error que niega la verdadera naturaleza de la persona humana, desquiciándola en el falso dogma de ser el hombre dios de sí mismo y no un ser creado, para ser en relación, con Dios y los demás, como animal racional y político (zoon politikon), hecho a imagen y semejanza, para vivir en comunidad.

Muchos sinceros demócratas o liberales conservadores confunden a la Revolución con el marxismo, con el socialismo, con el comunismo, o incluso con la “izquierda FA-PIT”, y se contentan con su militancia democrática. Pero estas son algunas de sus dimensiones, nacidas como pretendidos remedios, pero que resultaron peor que la enfermedad, al decir de san Juan Pablo II, pero la enfermedad revolucionaria sigue presente y se puede llamar de distintas maneras y versiones: subversión, ideología, modernismo, naturalismo (negación del orden sobrenatural), racionalismo, agnosticismo, ateísmo, positivismo, inmanentismo, nihilismo, progresismo, humanismo, secularismo, laicismo, liberalismo o simplemente Revolución, porque enfermedad liberal o remedio marxista, la Revolución es solamente una revolución.

Entonces, esos demócratas anticomunistas caen en contradicción, porque el liberalismo democrático acepta y debe aceptar, para no dejar de serlo, la concurrencia al poder de todas las ideas. El liberalismo no es ni puede ser policía de las ideas, porque él mismo no sostiene ninguna, sino la libertad absoluta de tener cualquier idea. Solamente si por acción de los hombres se transgrede la ley positiva por concepción ideológica, entonces se reprime esa acción, pero no se censura la ideología que la inspiró.

No desarrollaremos el complejo proceso histórico universal de la Revolución en estas brevísimas notas, pero digamos que es una revolución permanente, de movimiento y cambio constante, de cambio por el cambio, contra toda esencia, porque no puede haber esencias sin Dios que las conciba y que existan como realidad fuera de la conciencia del hombre. Su objetivo es la nada; dividir, fragmentar, disgregar, malquistar, enemistar; es la destrucción del Orden, concebido como la unidad resultante de la conveniente disposición de las cosas según la Ley Natural; como la pluralidad reducida a la unidad, mediante el ordenamiento de los fines.

El fondo común de la Revolución es el orgullo antropocéntrico, la hybris, la liberación humana de toda heteronomía, y el igualitarismo, por odio a toda superioridad. Dogma que desde 1789 la Revolución Francesa ha impuesto despóticamente, por el terror y la guillotina, como confesaría Clemenceau en el siglo XX: “Desde la Revolución estamos en estado de rebeldía contra la autoridad divina y humana, con la cual ajustamos, de un solo golpe, una cuenta terrible el 21 de enero de 1793” (cuando guillotinaron a Luis XVI, en la Plaza de la “Concordia”).

Esta rebeldía revolucionaria es la misma tentación de soberbia en que cayeron nuestros padres en el Paraíso: “Seréis como Dios”. Milton, en su famosa epopeya “El Paraíso Perdido”, nos presenta a Satanás como el revolucionario, en la dramática relación entre el libre albedrío con el cual Dios creó a los hombres y el deber de obediencia a su Ley, que es la que conviene a su naturaleza de criatura. En el Génesis, o podemos decir en el origen de la condición humana, está la libre elección de obedecer a Dios con humildad, o elegir con soberbia “desconectarse” de su origen en Dios. Es el Misterium Iniquitatis, misterio del mal y del pecado y de la rebeldía luciferina: ¡non serviam! Dice Castellani: “El Misterio de la iniquidad es el odio a Dios y la adoración idolátrica del Hombre”.

Nos consta la incredulidad y desestabilización intelectual y emocional que puede suscitarse en el lector, y más aún en el culto e informado en cuestiones políticas, al leer que el quid de la Revolución, que su causa primera no es política, sino teológica, y que en el fondo es una única revolución, con variantes políticas. Conozco la estupefacción con que reciben las razones que implican a la democracia liberal como pensamiento revolucionario, que abrió el camino al marxismo y lo sigue abriendo a todos los “progresismos”.

Paradójica por antonomasia resulta la actitud de la autoridad de nuestra Iglesia en el Uruguay, que levanta altares a la democracia, como si fuera un mandamiento divino, pero cadalsos a sus consecuencias, como el aborto, la eutanasia, la ideología de género, el matrimonio homosexual y toda la agenda de “nuevos derechos”, aprobada por estricta mayoría democrática. Sinceramente, no se les entiende. Incluso en estos días previos a las elecciones internas, escuché a Su Eminencia en la radio, preocupado porque parece que la gente no está entusiasmada y exhortó a ir a votar a cualquier partido, “por el bien de la democracia”. Increíble. ¡Señor mío y Dios mío!

Pero la realidad es implacable y en esta etapa de modernidad líquida, de relativismo post moralista, la cultura de los deberes relativos a uno mismo ha sido sustituida por una cultura del derecho a vivir como nos da la gana, imponiéndose, desde los centros de poder globalistas, un pluralismo indiferenciado, donde todo da igual, nada es mejor. Si todo es verdad nada es verdad, pierde significado y tiene como consecuencias la exaltación del multiculturalismo y la diversidad al interior de las comunidades, despreciando la integración a la cultura raigal, la identidad y la soberanía nacional.

En nuestro país como Estado independiente, nacido con la raíz partida por esas “patrias subjetivas” que eran y son los partidos políticos, la imposición de las nuevas ideas se fue dando mediante una larga lucha, que tuvo su período más antagónico en el conocido como proceso de secularización, el cual fue llevado contra la Iglesia y el nacionalismo por el llamado “frente anticlerical”, formado por liberales, anarquistas, masones y socialistas, cosmopolitas o internacionalistas, asociados al batllismo oficialista, del que emergió dominante el nuevo imaginario de un Uruguay distinto: cosmopolita, eurocéntrico, estatista, partidocrático, montevideano, caucásico (bajado de los barcos) y sobre todo de dogma laicista. Las ideas de la nueva “uruguayidad” se impusieron a las de la antigua orientalidad, a las ideas artiguistas de la Patria Vieja: la Orientalidad es Dios y Patria, catolicismo, hispanidad, tradición, nacionalismo, comunidad, esfuerzo en las virtudes del ascetismo cristiano. Es el color y el calor del pago oriental y son a la vez los valores universales; al decir de José Antonio, es la gaita y la lira.

El progresismo entre nosotros no ha surgido ex nihilo, por creación del neomarxismo gramsciano actual, sino que es el escenario esperable del propio desarrollo histórico del pensamiento uruguayo.

Compartimos en el Río de la Plata un hito fundamental de nuestra peripecia común en la derrota de Caseros y quienes surgieron vencedores, los liberales unitarios antiartiguistas: Mitre, Alberdi, Sarmiento, Echeverría, De la Peña, todos de gran influencia en Montevideo, generación del 37, precursores del liberalismo argentino. Ellos exportaron su ideología y prácticas políticas liberales a la Banda Oriental, que con el batllismo se consolidan en un modelo diferente al del centralismo bonaerense, pero igualmente basado en la secularización y el laicismo.

El Uruguay laico y republicano nace bajo la égida del liberalismo europeo, pero no es hasta el siglo XX que se plasma en leyes y reformas que lo alejan progresivamente de su matriz católica. El “Uruguay de los Batlle” culmina este proceso con una serie de medidas que secularizan definitivamente la sociedad uruguaya, incluyendo la separación de la Iglesia y el Estado, la eliminación de la enseñanza religiosa en las escuelas públicas, y la instauración de un calendario cívico laico.

El impacto de estas reformas no se limita a la esfera pública, sino que permea profundamente en la cultura y las mentalidades, creando un ethos colectivo que desconfía de lo religioso y exalta lo secular. Este ethos laicista no es meramente una cuestión de neutralidad estatal respecto a la religión, sino que se convierte en una forma de identidad nacional. Ser uruguayo es, en cierta medida, ser laico. La religión pasa a ser un asunto privado, casi vergonzante, y la desconexión religiosa se intensifica con el tiempo, llevando a la actual situación de agnosticismo generalizado, relativismo ético y crisis de sentido.

El desarraigo religioso no es simplemente un cambio en las creencias individuales, sino que afecta la estructura misma de la sociedad, debilitando los lazos comunitarios y el sentido de pertenencia a una tradición. En este contexto, la familia, la escuela y otras instituciones sociales pierden su capacidad de transmitir valores estables, y los individuos se ven cada vez más solos ante el desafío de dar sentido a sus vidas. El aumento de la violencia, los suicidios, y la fragmentación social son síntomas de este vacío espiritual y moral.

En resumen, la brutal desconexión religiosa en Uruguay es un fenómeno complejo, con raíces históricas profundas y consecuencias devastadoras para la cohesión social. La secularización radical, promovida por el liberalismo y exacerbada por el progresismo, ha llevado al país a una crisis de identidad y valores que se manifiesta en múltiples formas de malestar social. No se trata solo de una cuestión de fe, sino de la pérdida de un sentido de comunidad y de orden que da estabilidad y propósito a la vida humana.

El desafío que enfrenta Uruguay hoy no es menor. Requiere una reevaluación de su historia, una recuperación de los valores que dieron sentido a su identidad nacional, y una reconexión con lo trascendente que permita restaurar el tejido social y moral que ha sido desgarrado por décadas de secularización. Solo así se podrá revertir el proceso de deshumanización que está en marcha y recuperar el sentido de la vida en comunidad que es la base de toda sociedad justa y ordenada.

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Elecciones internas: la derecha sigue sola y espera https://nacionuy.com/2024/07/24/elecciones-internas-la-derecha-sigue-sola-y-espera/ https://nacionuy.com/2024/07/24/elecciones-internas-la-derecha-sigue-sola-y-espera/#respond Wed, 24 Jul 2024 07:57:48 +0000 https://nacionuy.com/?p=707 ELECCIONES INTERNAS: 36%LA DERECHA SIGUE SOLA Y ESPERA¿Falta un Partido en el espectro político? Se pueden aducir muchas causas de la baja votación: apatía y desinterés, desconfianza y cansancio hacia los partidos, falta de información y, seguramente, falta de identificación y representatividad de los partidos participantes. Quienes son los que votaron y a quien votaron […]

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ELECCIONES INTERNAS: 36%
LA DERECHA SIGUE SOLA Y ESPERA
¿Falta un Partido en el espectro político?

Se pueden aducir muchas causas de la baja votación: apatía y desinterés, desconfianza y cansancio hacia los partidos, falta de información y, seguramente, falta de identificación y representatividad de los partidos participantes.

Quienes son los que votaron y a quien votaron

Votó fundamentalmente cierta militancia de cada partido tradicional y votó el núcleo incondicional de la izquierda. En el Partido Nacional naufragó el Herrerismo hasta tal punto que fue descartada su candidata para que acompañara la fórmula presidencial. En su lugar, Álvaro Delgado eligió a Valeria Ripoll como candidata a vice, por aquello de la cuña del mismo palo. Pero, ¿qué ilusión van a crear con esa candidata en el votante de derecha que se opone al Frente Amplio y no ve ventajas en parecerse a la izquierda para lograr ganarle? Más aún, ¿qué gana la familia militar votando a una coalición que puede llevar de vice a quien saluda con el puño y cree, con ostensible odio, que hay que encarcelar de manera perpetua a los militares y que se pudran en la cárcel?

En el Partido Colorado parece que las cosas mejoraron con el que ganó la interna, Andrés Ojeda, un joven abogado de buena presencia y mejor comunicación que se ha expresado discrepante con la prisión de los militares, tal como Capillera y el hijo del general Zubía, que aportó buen porcentaje de votos a la lista.

Pero lo que parecía bueno enseguida se relativizó cuando proclamó como compañero de fórmula a la vice a Robert Silva, líder del sector Ciudadanos, que fue la piedra en el zapato en la coalición cuando se opuso a la prisión domiciliaria de los militares. Aunque, por otra parte, con la decisión terminó de “sepultar” otra vez a Sanguinetti y al “hermano” Tabaré Viera.

Ojeda, si tiene vocación, puede arrastrar votos cabildantes y blancos conservadores, ni te digo si lo apoya Pedro, desconformes con la tibieza y con “comadreja roja” (y no colorada, como se le llamó a Benito Nardone, que era anticomunista y llevó al Herrerismo al gobierno sin renunciar a sus principios).

Por una especie de cálculo político “distópico”, el centro de los partidos tradicionales parece regodearse en postular candidatos a la vicepresidencia situados a la izquierda de ese centro, en busca de un electorado que las internas demuestran que faltó a la cita. Lacalle Pou ya lo había hecho con la feminista, globalista y masona Argimón. Esperemos no sea contagioso en otros partidos.

Al Frente Amplio lo votó el ciudadano incondicional con esa colectividad. Le faltarán un millón de votos más para triunfar en noviembre. ¿Hay tantos ciudadanos identificados con ellos en Uruguay? Ganó el candidato que no dice nada, y al que le arrima prestigio el expresidente Mujica. El aparato del Partido Comunista fracasó y no logró siquiera que su candidata triunfara en Montevideo; perdió en todos los barrios la intendente, que no renunció hasta no asegurarse la vice, amenazando con la reelección. No suma en la capital ni en el interior. Para tomar nota, de lo que no hablan los politólogos y los comunicadores. La interna es tan dura como en otros partidos, pero no la hacen ostensible.

Esto prueba dos cosas: que el Partido Comunista tiene una influencia en la política nacional muy por encima del apoyo popular. Lo otro es que, por más relato y lucha cultural que realice el comunismo, sus llagas son tan visibles que solo 29.000 votos tuvieron en Montevideo. ¿Por qué todos los partidos políticos, sin excepción, se dejan arrinconar por estos canallas mentirosos?

Finalmente, pasó lo que podemos llamar el naufragio, o golpazo contra el mundo, para usar la imagen paracaidista (tenemos más metáforas militares) de las agrupaciones de Cabildo Abierto, que sufrieron una ausencia preocupante de adhesión, aun cuando hay una competencia interna fuerte.

Cierto es que no se decidía el candidato del partido, y eso restó interés a la elección. Pero votó un tercio respecto a la interna del 2019, cuando todo era entusiasmo y esperanza en un General que venía a cambiar la política en la forma de practicarla y en los contenidos doctrinarios.

La grieta no se disimuló ni en la semiótica de los nombres de las agrupaciones. Los disidentes y desafiantes al statu quo (“challengers” o Caballos de Troya) se perciben “Pueblos Libres”, ante lo cual los otros respondieron percibiéndose “Lealtad y Unidad”, dejando todo a la vista y dándole un revolcón a una decena de pequeñas listas de los “Libres”, más que duplicando sus votos, según información disponible en prensa.

Parece que el partido no mantuvo su núcleo duro militar ni muchos civiles hartos de los políticos, siempre respecto a internas de 2019. ¿Podrán volver a ilusionar a la familia militar, que se siente engañada, por su poca acción afectiva para la libertad de los militares prisioneros políticos? Es un cachetazo que parece decir: no aceptamos más promesas incumplidas, se los votó para algo y no han cumplido. La pregunta es: ¿se los volverá a votar cuando sea obligatorio y por aquello del mal menor? ¿O habrá un reflujo hacia Ojeda, Salle, Bonica o algún otro que entienda los signos de los tiempos?

Las lecciones de la Interna

A Uruguay le falta un partido con claro perfil “de derechas”, para entendernos con la clasificación, con el que se identificarían cientos de miles de ciudadanos, que siguen hartos del zurdaje y la zurdopatía de todos los actuales partidos políticos. La tibieza “centrista” a la que juegan todos, sin principios firmes, sino el viejo “catch all” y la consecuente demagogia.

Los partidos políticos están tan desprestigiados que dos de cada tres uruguayos no los considera confiables y necesarios y por ello les da la espalda.

Cabildo Abierto tendrá que enderezar el rumbo si quiere ocupar ese espacio desierto y deberá tener una estrategia que convenza además al núcleo que perdió y a la familia militar para que vuelva a confiar en él.

Las acciones del Partido Comunista podrían borrarse de un plumazo. La baja votación demuestra su debilidad. Solo hay que decidirse.

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El canciller Polichinela https://nacionuy.com/2024/05/08/el-canciller-polichinela/ https://nacionuy.com/2024/05/08/el-canciller-polichinela/#respond Wed, 08 May 2024 16:59:11 +0000 https://nacionuy.com/?p=602 Es la historia de un niño nacido en 1962. Niño formal y aplicado. De una familia formal y pudiente de la sociedad montevideana. El niño era entusiasta estudiante de la abstracción matemática. Y aprovechando la paz que en los 70 facilitaron ciertos militares dictatoriales, cursó sus estudios tranquilo y sin interrupciones. Gozo de una Universidad […]

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Polichinela (en italiano Pulcinella, en napolitano Pulecenella) es un personaje de la Comedia del arte. Dentro del grupo de los zanni (siervos o criados)

Es la historia de un niño nacido en 1962. Niño formal y aplicado. De una familia formal y pudiente de la sociedad montevideana. El niño era entusiasta estudiante de la abstracción matemática. Y aprovechando la paz que en los 70 facilitaron ciertos militares dictatoriales, cursó sus estudios tranquilo y sin interrupciones. Gozo de una Universidad sin paros y sin distracciones ideológicas y fuera de lugar. El niño que se volvió joven nunca asoció esa paz y tranquilidad con esos militares odiosos que amigos le soplaron al oído mil villanías que cometieron.

El joven se convirtió en un tecnócrata, que sin descollar, pintaba bien para arrimar a los equipos técnicos del Partido Nacional. El joven maduró y se incorporó entusiasta a la enseñanza primero y a la política después. El hombre en que se convirtió vivió entre nubes y entre nubes avanzó. Las penurias, riesgos y privaciones que otros sufrieron para servirle en bandeja su dulce vida nunca las tomó en cuenta.

Una vida fácil hizo un hombre fácil de manipular, el jamás enfrentaría la verdad oficial o lo políticamente correcto para defender a quienes entregaron todo, para que ciudadanos como él tuvieran la seguridad y garantías que permitieron sus logros. Su casa nunca dejo de ser su casa. Su libertad de cátedra y de política la disfrutó como si se la hubiera ganado y esto fuera lo más normal del mundo. Un plato de comida jamás faltó a su mesa. Y nunca sufrió prohibiciones para trabajar, viajar, u opinar. Es que tuvo la suerte que en su país unos “militares malvados” le pusieron un alto al comunismo. 

Con su traje bien cortado, su cuidado corte de cabello y el riñón ligeramente cubierto de las más nobles grasas, ya convertido en Canciller, declaró ante la ONU:

““En los últimos años se han aumentado sensiblemente las investigaciones, juzgamientos y procesamientos por crímenes de lesa humanidad …  reconoció el impulso de la Fiscalía de Crímenes de Lesa Humanidad, el Poder Judicial ha dictado sentencias de condena por desaparición forzada, tipificación que hace poco tiempo no era admitida.”

El mensaje no deja dudas. El niño, el joven que estudió en paz. El hombre que conservó intacta su libertad, no ha creído a los militares que se interpusieron en el camino del comunismo que se proyectaba como una sombra ignominiosa sobre Uruguay. El prestó sus oídos a los que mintiendo y alterando la verdad histórica, persiguen en el presente a esos militares. Al hacerlo no solo asume una conducta miserable, si no que se convierte en un  “Polichinela” de los agentes marxistas que hace 50 años atentaban contra la libertad, la suya, la del país, y hoy los toma como que fueran los defensores de una democracia que quisieron (y siguen queriendo) enterrar.

Omar Paganini. Lo dicho, un “zanni”,  un POLICHINELA, que tristemente habla en nombre del Estado, en nombre del gobierno. Sumándose por tanto el Sr. Presidente y  sus ministros al atropello judicial que sufren los militares y consintiendo la violación de la voluntad del pueblo expresada en dos plebiscitos.

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Fuimos, somos y seremos https://nacionuy.com/2024/03/26/fuimos-somos-y-seremos/ https://nacionuy.com/2024/03/26/fuimos-somos-y-seremos/#respond Tue, 26 Mar 2024 14:15:27 +0000 https://nacionuy.com/?p=475 “El Pueblo Oriental es este, él reunido y armado conserva sus derechos.” NACIÓN ORIENTAL es el medio escrito, hermano de CONTROVERSIAS RADIO, desde 2006 al servicio exclusivo de la Patria, de nuestra cultura raigal, de las Fuerzas Armadas, de la noble y abnegada familia militar, de los prisioneros políticos, de los más altos intereses nacionales […]

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“El Pueblo Oriental es este, él reunido y armado conserva sus derechos.”

NACIÓN ORIENTAL es el medio escrito, hermano de CONTROVERSIAS RADIO, desde 2006 al servicio exclusivo de la Patria, de nuestra cultura raigal, de las Fuerzas Armadas, de la noble y abnegada familia militar, de los prisioneros políticos, de los más altos intereses nacionales y de los eternos valores universales.

Nunca fuimos, ni somos, ni seremos, un medio al servicio de ningún sector, ni partido político, ni partidocracia, ni de proyecto personal de nadie.

Fuimos, somos y seremos los mismos de siempre: un bastión contrarrevolucionario. 

“Somos hombres de Patria, no de todas ni de cualquiera, sino de una, la nuestra”, como decía don Luis Alberto de Herrera. Un “nacionalismo oriental”, aunque abierto a los universales cristianos del mismo, por eso el caudillo americanista, hidalgo de estirpe hispánica y de herencia política artiguista, adhirió también a la Cruzada de 1936 y la católica Falange Española en Uruguay. Cara al sol, como nosotros.

En 1939 dijo en Burgos: “El Generalísimo Franco realiza el destino de los hombres providenciales. Esta sí es España. Esta sí que es la España concebida por los mejores ensueños de sus buenos hijos”. Y en 1940 le escribía José de Torres, dirigente de Falange: “Quiero aprovechar esta ocasión para testimoniar cuanto le agradecemos Falange y yo personalmente el afecto con que usted mira esta organización, así como su labor en el terreno político a favor de la Falange.”

¡Cuánto extrañamos a estos verdaderos caudillos en nuestra actual infame partidocracia! 

Nosotros también somos hombres de patria, la patria de los orientales; nombre que se dieron a sí mismos los guerreros epónimos, que la parieron bien nacida de la guerra y le dieron su nombre, Estado Oriental del Uruguay, como lo propusieron y definieron los sacerdotes Lázaro Gadea y don Manuel Barreiro, parientes del general Artigas, constituyentes en 1829: “…el nombre de Oriental que ha tenido hasta ahora la Provincia es el que debe conservarse, porque cualquiera de las razones que se han expuesto en oposición no puede pesar con lo de que sus guerreros han llevado siempre este nombre, como en Rincón, Sarandí, Ituzaingó.” 

La Patria es el solar de los padres, es una tierra y sus muertos, terra patrum; una tierra cultivada y una tradición que dura, donde se hunden las raíces del hombre real, de cada uno de nosotros. Pero es también una herencia, es el patrimonio de bienes espirituales y materiales comunes. 

Es el espacio de vida común, una realidad del orden natural, no es producto del azar o casualidad cósmica, sino el más excelso don de Dios, donde habrán de cultivarse las esencias, valores y normas universales que constituyen todo el honor de la criatura humana.

La Patria es esencialmente axiológica. 

Por ende, el amor a Dios y a la Patria son inseparables, como expresa Castellani:

“Amar la patria es el amor primero
y es el postrero amor después de Dios
y si es crucificado y verdadero
ya son un solo amor, ya no son dos.”

El amor cristiano de la Patria, como el de Artigas católico, no es excluyente, no niega el aprecio por las demás patrias, al contrario, es el mediador necesario para aquel amor universal, como enseña el Padre Ezcurra.  

Quiere decir que la Patria es una esencia fija e inmutable, un espacio físico y simbólico sagrado, que se revela y se hace conciencia en su historia verdadera, porque la Patria es la historia de la Patria. 

Si la Patria es una herencia, la Nación es un quehacer, una misión, una unidad de destino en lo universal, pensada por Dios para nuestra perfección temporal en comunidad.

Patria y Nación suscitan esa doble mirada al pasado y el futuro, la Patria engendra el patriotismo y el nacionalismo. El nacionalismo es el patriotismo militante frente al peligro de disolución; sobre todo la disolución moral por vía de la revolución permanente, en sus versiones liberal y marxista.

Puede entenderse a la nación como un grupo humano consciente de formar una comunidad, que comparte una cultura común, se siente ligado a un territorio, tiene un pasado común, un proyecto colectivo para el futuro y reivindica el derecho de autodeterminación. 

Giovanni Sartori expresa que esa conciencia de formar una comunidad es un inmediato igual sentir, un sentir común en el que nos identificamos y que nos identifica, un compartir que nos une. No es la comunidad una relación de intercambio y de contrato, más propia de lo que llamamos sociedad, en el sentido de la ficción de Rousseau, sino una realidad del orden natural, viviente y orgánica, fruto de la diseminación de la criatura humana sobre la faz de la tierra, que no sólo satisface el sentido de pertenencia e identidad, sino que su finalidad es ser el medio necesario para la obtención de la realización humana temporal: bonum humanum perfectum

Cuando por encima del bien común se ponen los intereses personales, sectoriales, económicos, de clases sociales, de partidos políticos, ello significa que la patria está enferma, que el patriotismo desfallece, de ahí la necesidad de educar a los jóvenes en el amor trascendente a la Patria, de modo que aprendan a anteponer el bien común a los intereses particulares, familiares y partidarios.

El pueblo oriental, nació el 10 de octubre de 1811, cuando el gobierno de Buenos Aires, de quien dependía el Ejército Oriental, se había retirado del primer sitio a Montevideo, fiel al Consejo de Regencia, y quedaron solos los orientales en su territorio.

Entonces, ese día, en el Cuartel General del Ejército, en la Quinta de la Paraguaya, en consulta con algunos sacerdotes y vecinos principales, los jefes divisionarios proclamaron al coronel Artigas General en Jefe, por el primitivo procedimiento de la aclamación.

Sabemos lo que sucedió allí, en ese primer acto de soberanía oriental, a través de un documento explicativo del mismo, que dirigen los Jefes del Ejército Oriental al Cabildo de Buenos Aires, el 27 de agosto de 1812 desde la barra del Ayuí, en el Salto Oriental:

“Vuestra excelencia no puede ver en esto sino un pueblo abandonado a sí solo, y que, analizadas las circunstancias que lo rodeaban, pudo mirarse como el primero de la tierra, sin que pudiese haber otro que reclamase su dominio, y que, en el uso de su soberanía inalienable, pudo determinarse según el voto de su voluntad suprema.

Allí, obligados por el tratado convencional del gobierno superior, quedó roto el lazo (nunca expreso) que ligó a él nuestra obediencia, y allí sin darla al de Montevideo, celebramos el acto solemne, sacrosanto siempre, de una constitución social, erigiéndonos una cabeza en la persona de nuestro dignísimo conciudadano don José Artigas para el orden militar, de que necesitábamos.” 

Esta expresión de los jefes, actuando en junta, revela la toma de conciencia de ser una nación naciente, que decide ser una comunidad política, dándose una cabeza en la persona de su General en Jefe del Ejército.

Así nos erigieron en comunidad política los jefes del Ejército, con la Gracia de Dios y para siempre, el 10 de octubre de 1811 en el cuartel general de la Quinta de la Paraguaya: “El Pueblo Oriental es este, él reunido y armado conserva sus derechos.” 

El 10 de octubre es el “Día de la Orientalidad”.

Como afirma Schiuma y le realidad universal, el Ejército como institución en sí, es el que asegura en un principio y luego permanentemente, los límites del espacio dentro del cual se va a desarrollar la cultura de una comunidad.

En el Occidente Cristiano, nos enseña Genta: “…las armas han medido tanto el espacio como la duración de cada una de las empresas de destino que son las naciones, individualidades históricas que concretan y realizan objetivamente las esencias y valores de la Civilización”. 

La unidad del Ejército es y ha sido siempre en los momentos críticos de la historia de los pueblos y naciones, la garantía contra todo intento de disolución. Porque en el tiempo ordinario, en el tiempo común, en el tiempo de los trabajos y los días, en el tiempo profano, los pueblos son: una nación con un ejército, pero en el sacrosanto tiempo auroral, in illo tempore, al principio de la historia, así como en todo tiempo fundamental, crucial, axial, cuando la existencia del poder militar es esencial y preeminente para la existencia de la nación, los pueblos son: un ejército con una nación.

“El pueblo oriental es este. Él reunido y armado conserva sus derechos”. 

Que nunca nadie lo olvide.

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