Celeste Papasso dominó todo el ciclo de noticias durante casi un año. Lo hizo sin mérito ninguno, con acusaciones al vuelo que los medios de comunicación corrieron a replicar. Un accionar del periodismo que llama la atención y que aún no ha sido explicado a la opinión pública. ¿Por qué portales de internet y medios de comunicación masivos le dedicaron artículos y coberturas en conferencia de prensa a Celeste Papasso? Sin esa respuesta, nos estamos perdiendo parte importante de la historia.
Lo que nadie duda es que Celeste Papasso se hizo un nombre en los medios a partir del shock. Una serie de impactos con los que golpeaba diariamente a distintos sectores del poder que no sabían como responder estos ataques, en función de la corrección política que los domina. No olvidemos que estamos hablando de un travesti, en consecuencia, de una víctima social del capitalismo salvaje y de la derecha ideológica. Al menos eso es lo que repite la elite progresista tomadora de lattes descafeinados en Starbucks y todos los bicicleteros veganos que están en la vuelta imponiendo las pautas culturales del occidente moderno.
Por eso, la historia de Celeste Papasso, que es una historia de impactos mediáticos, no podía terminarse sin un último impacto. Y así, Celeste Papasso, se fue a cumplir su condena en prisión, pero antes nos dejó el último shock de su carrera mediática: solicitó ir a la cárcel de hombres.
Sí, estimado lector, lo tuvo que solicitar. Vale decir, existió la posibilidad de que Celeste Papasso cumpliera su condena en una cárcel de mujeres.
Naturalmente esto shockeó a las huestes progresistas. ¿Qué hace una mujer solicitando ir a una cárcel de varones? ¿Qué suerte de lavado de cerebro fascista le han hecho a nuestra querida Romina Celeste?
Como un servicio a nuestros amigos zurdos excedidos en el consumo de soja, procederé a explicar esta situación que sin lugar a dudas les ha quitado el sueño. Intentaré hacerlo de la manera más elegante posible, conteniendo esos corazones sensibles y ese espíritu de copito de nieve derretido.
Así que las siguientes líneas serán para nuestros lectores progresistas, y se las dedico con mucho amor y con mucha responsabilidad:
Les caerá como una sorpresa, pero para la mayoría de los uruguayos, una mujer con pene, no es una mujer…
Yo sé… ¿Qué es esta artimaña fascista? Te preguntarás.
Sucede que en Uruguay y en el mundo, para grandes capas de la población, los parámetros biológicos definen los conceptos de “hombre” y “mujer”. De esta manera, como Romina Celeste tiene cromosomas XY, es un varón.
Te estarás preguntando, ¿Y dónde queda la autopercepción? Es una pregunta válida.
Esa autopercepción, tan importante para ti, que define tu personalidad, que no responde a nada más que a tu libertad, de la que estás orgulloso, ese “género” del que hablas todo el día; a nosotros nos importa un carajo. Nada nos puede importar menos en la vida. Tu subjetividad y tu visión de las cosas significa nada para nosotros.
Ahora bien, no me malinterpretes, que si vienes con tacos y maquillaje, voy a intuir que quieres ser tratado como mujer y así lo haré. Porque antes que todo soy cristiano. Por ende, te trataré con amabilidad y amor. Asimismo, soy también un pecador, y por ende sé lo importante que es separar a la persona del pecado. Pero si tú, estimadísimo lector progre, decides venir con esos tacos y maquillaje, pero para pedirme hora con el ginecólogo, mi sugerencia será que mejor busques un urólogo.
Porque soy amable, pero me resisto a ser estúpido. No tengo problema con que tú decidas serlo, es más, estoy dispuesto a dar fe de tu estupidez siempre que lo necesites. Pero no puedo acompañarte en ese camino. Lo siento.
Espero que estas líneas te hayan ayudado a encontrarle un sentido a todo esto. Si no te agrada lo que escribo, quiero que sepas que me autopercibo como la persona que tiene razón en esta temática y voy a exigirte que respetes mi autopercepción, puesto que si no lo haces, estás cometiendo un delito de odio…
… ¡A quién quiero engañar! Ni un solo progre va a leer estas líneas, todos sabemos que no leen. Escribí esto porque me da placer llamarlos de estúpidos y porque imagino que a los lectores de Nación Oriental también les dará placer.
Si quieren que les escriba más cartitas a los zurdos, me avisan.