Fuimos, somos y seremos

“El Pueblo Oriental es este, él reunido y armado conserva sus derechos.”

NACIÓN ORIENTAL es el medio escrito, hermano de CONTROVERSIAS RADIO, desde 2006 al servicio exclusivo de la Patria, de nuestra cultura raigal, de las Fuerzas Armadas, de la noble y abnegada familia militar, de los prisioneros políticos, de los más altos intereses nacionales y de los eternos valores universales.

Nunca fuimos, ni somos, ni seremos, un medio al servicio de ningún sector, ni partido político, ni partidocracia, ni de proyecto personal de nadie.

Fuimos, somos y seremos los mismos de siempre: un bastión contrarrevolucionario. 

“Somos hombres de Patria, no de todas ni de cualquiera, sino de una, la nuestra”, como decía don Luis Alberto de Herrera. Un “nacionalismo oriental”, aunque abierto a los universales cristianos del mismo, por eso el caudillo americanista, hidalgo de estirpe hispánica y de herencia política artiguista, adhirió también a la Cruzada de 1936 y la católica Falange Española en Uruguay. Cara al sol, como nosotros.

En 1939 dijo en Burgos: “El Generalísimo Franco realiza el destino de los hombres providenciales. Esta sí es España. Esta sí que es la España concebida por los mejores ensueños de sus buenos hijos”. Y en 1940 le escribía José de Torres, dirigente de Falange: “Quiero aprovechar esta ocasión para testimoniar cuanto le agradecemos Falange y yo personalmente el afecto con que usted mira esta organización, así como su labor en el terreno político a favor de la Falange.”

¡Cuánto extrañamos a estos verdaderos caudillos en nuestra actual infame partidocracia! 

Nosotros también somos hombres de patria, la patria de los orientales; nombre que se dieron a sí mismos los guerreros epónimos, que la parieron bien nacida de la guerra y le dieron su nombre, Estado Oriental del Uruguay, como lo propusieron y definieron los sacerdotes Lázaro Gadea y don Manuel Barreiro, parientes del general Artigas, constituyentes en 1829: “…el nombre de Oriental que ha tenido hasta ahora la Provincia es el que debe conservarse, porque cualquiera de las razones que se han expuesto en oposición no puede pesar con lo de que sus guerreros han llevado siempre este nombre, como en Rincón, Sarandí, Ituzaingó.” 

La Patria es el solar de los padres, es una tierra y sus muertos, terra patrum; una tierra cultivada y una tradición que dura, donde se hunden las raíces del hombre real, de cada uno de nosotros. Pero es también una herencia, es el patrimonio de bienes espirituales y materiales comunes. 

Es el espacio de vida común, una realidad del orden natural, no es producto del azar o casualidad cósmica, sino el más excelso don de Dios, donde habrán de cultivarse las esencias, valores y normas universales que constituyen todo el honor de la criatura humana.

La Patria es esencialmente axiológica. 

Por ende, el amor a Dios y a la Patria son inseparables, como expresa Castellani:

“Amar la patria es el amor primero
y es el postrero amor después de Dios
y si es crucificado y verdadero
ya son un solo amor, ya no son dos.”

El amor cristiano de la Patria, como el de Artigas católico, no es excluyente, no niega el aprecio por las demás patrias, al contrario, es el mediador necesario para aquel amor universal, como enseña el Padre Ezcurra.  

Quiere decir que la Patria es una esencia fija e inmutable, un espacio físico y simbólico sagrado, que se revela y se hace conciencia en su historia verdadera, porque la Patria es la historia de la Patria. 

Si la Patria es una herencia, la Nación es un quehacer, una misión, una unidad de destino en lo universal, pensada por Dios para nuestra perfección temporal en comunidad.

Patria y Nación suscitan esa doble mirada al pasado y el futuro, la Patria engendra el patriotismo y el nacionalismo. El nacionalismo es el patriotismo militante frente al peligro de disolución; sobre todo la disolución moral por vía de la revolución permanente, en sus versiones liberal y marxista.

Puede entenderse a la nación como un grupo humano consciente de formar una comunidad, que comparte una cultura común, se siente ligado a un territorio, tiene un pasado común, un proyecto colectivo para el futuro y reivindica el derecho de autodeterminación. 

Giovanni Sartori expresa que esa conciencia de formar una comunidad es un inmediato igual sentir, un sentir común en el que nos identificamos y que nos identifica, un compartir que nos une. No es la comunidad una relación de intercambio y de contrato, más propia de lo que llamamos sociedad, en el sentido de la ficción de Rousseau, sino una realidad del orden natural, viviente y orgánica, fruto de la diseminación de la criatura humana sobre la faz de la tierra, que no sólo satisface el sentido de pertenencia e identidad, sino que su finalidad es ser el medio necesario para la obtención de la realización humana temporal: bonum humanum perfectum

Cuando por encima del bien común se ponen los intereses personales, sectoriales, económicos, de clases sociales, de partidos políticos, ello significa que la patria está enferma, que el patriotismo desfallece, de ahí la necesidad de educar a los jóvenes en el amor trascendente a la Patria, de modo que aprendan a anteponer el bien común a los intereses particulares, familiares y partidarios.

El pueblo oriental, nació el 10 de octubre de 1811, cuando el gobierno de Buenos Aires, de quien dependía el Ejército Oriental, se había retirado del primer sitio a Montevideo, fiel al Consejo de Regencia, y quedaron solos los orientales en su territorio.

Entonces, ese día, en el Cuartel General del Ejército, en la Quinta de la Paraguaya, en consulta con algunos sacerdotes y vecinos principales, los jefes divisionarios proclamaron al coronel Artigas General en Jefe, por el primitivo procedimiento de la aclamación.

Sabemos lo que sucedió allí, en ese primer acto de soberanía oriental, a través de un documento explicativo del mismo, que dirigen los Jefes del Ejército Oriental al Cabildo de Buenos Aires, el 27 de agosto de 1812 desde la barra del Ayuí, en el Salto Oriental:

“Vuestra excelencia no puede ver en esto sino un pueblo abandonado a sí solo, y que, analizadas las circunstancias que lo rodeaban, pudo mirarse como el primero de la tierra, sin que pudiese haber otro que reclamase su dominio, y que, en el uso de su soberanía inalienable, pudo determinarse según el voto de su voluntad suprema.

Allí, obligados por el tratado convencional del gobierno superior, quedó roto el lazo (nunca expreso) que ligó a él nuestra obediencia, y allí sin darla al de Montevideo, celebramos el acto solemne, sacrosanto siempre, de una constitución social, erigiéndonos una cabeza en la persona de nuestro dignísimo conciudadano don José Artigas para el orden militar, de que necesitábamos.” 

Esta expresión de los jefes, actuando en junta, revela la toma de conciencia de ser una nación naciente, que decide ser una comunidad política, dándose una cabeza en la persona de su General en Jefe del Ejército.

Así nos erigieron en comunidad política los jefes del Ejército, con la Gracia de Dios y para siempre, el 10 de octubre de 1811 en el cuartel general de la Quinta de la Paraguaya: “El Pueblo Oriental es este, él reunido y armado conserva sus derechos.” 

El 10 de octubre es el “Día de la Orientalidad”.

Como afirma Schiuma y le realidad universal, el Ejército como institución en sí, es el que asegura en un principio y luego permanentemente, los límites del espacio dentro del cual se va a desarrollar la cultura de una comunidad.

En el Occidente Cristiano, nos enseña Genta: “…las armas han medido tanto el espacio como la duración de cada una de las empresas de destino que son las naciones, individualidades históricas que concretan y realizan objetivamente las esencias y valores de la Civilización”. 

La unidad del Ejército es y ha sido siempre en los momentos críticos de la historia de los pueblos y naciones, la garantía contra todo intento de disolución. Porque en el tiempo ordinario, en el tiempo común, en el tiempo de los trabajos y los días, en el tiempo profano, los pueblos son: una nación con un ejército, pero en el sacrosanto tiempo auroral, in illo tempore, al principio de la historia, así como en todo tiempo fundamental, crucial, axial, cuando la existencia del poder militar es esencial y preeminente para la existencia de la nación, los pueblos son: un ejército con una nación.

“El pueblo oriental es este. Él reunido y armado conserva sus derechos”. 

Que nunca nadie lo olvide.

Coronel José Carlos Araújo

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