ELECCIONES INTERNAS: 36%
LA DERECHA SIGUE SOLA Y ESPERA
¿Falta un Partido en el espectro político?
Se pueden aducir muchas causas de la baja votación: apatía y desinterés, desconfianza y cansancio hacia los partidos, falta de información y, seguramente, falta de identificación y representatividad de los partidos participantes.
Quienes son los que votaron y a quien votaron
Votó fundamentalmente cierta militancia de cada partido tradicional y votó el núcleo incondicional de la izquierda. En el Partido Nacional naufragó el Herrerismo hasta tal punto que fue descartada su candidata para que acompañara la fórmula presidencial. En su lugar, Álvaro Delgado eligió a Valeria Ripoll como candidata a vice, por aquello de la cuña del mismo palo. Pero, ¿qué ilusión van a crear con esa candidata en el votante de derecha que se opone al Frente Amplio y no ve ventajas en parecerse a la izquierda para lograr ganarle? Más aún, ¿qué gana la familia militar votando a una coalición que puede llevar de vice a quien saluda con el puño y cree, con ostensible odio, que hay que encarcelar de manera perpetua a los militares y que se pudran en la cárcel?
En el Partido Colorado parece que las cosas mejoraron con el que ganó la interna, Andrés Ojeda, un joven abogado de buena presencia y mejor comunicación que se ha expresado discrepante con la prisión de los militares, tal como Capillera y el hijo del general Zubía, que aportó buen porcentaje de votos a la lista.
Pero lo que parecía bueno enseguida se relativizó cuando proclamó como compañero de fórmula a la vice a Robert Silva, líder del sector Ciudadanos, que fue la piedra en el zapato en la coalición cuando se opuso a la prisión domiciliaria de los militares. Aunque, por otra parte, con la decisión terminó de “sepultar” otra vez a Sanguinetti y al “hermano” Tabaré Viera.
Ojeda, si tiene vocación, puede arrastrar votos cabildantes y blancos conservadores, ni te digo si lo apoya Pedro, desconformes con la tibieza y con “comadreja roja” (y no colorada, como se le llamó a Benito Nardone, que era anticomunista y llevó al Herrerismo al gobierno sin renunciar a sus principios).
Por una especie de cálculo político “distópico”, el centro de los partidos tradicionales parece regodearse en postular candidatos a la vicepresidencia situados a la izquierda de ese centro, en busca de un electorado que las internas demuestran que faltó a la cita. Lacalle Pou ya lo había hecho con la feminista, globalista y masona Argimón. Esperemos no sea contagioso en otros partidos.
Al Frente Amplio lo votó el ciudadano incondicional con esa colectividad. Le faltarán un millón de votos más para triunfar en noviembre. ¿Hay tantos ciudadanos identificados con ellos en Uruguay? Ganó el candidato que no dice nada, y al que le arrima prestigio el expresidente Mujica. El aparato del Partido Comunista fracasó y no logró siquiera que su candidata triunfara en Montevideo; perdió en todos los barrios la intendente, que no renunció hasta no asegurarse la vice, amenazando con la reelección. No suma en la capital ni en el interior. Para tomar nota, de lo que no hablan los politólogos y los comunicadores. La interna es tan dura como en otros partidos, pero no la hacen ostensible.
Esto prueba dos cosas: que el Partido Comunista tiene una influencia en la política nacional muy por encima del apoyo popular. Lo otro es que, por más relato y lucha cultural que realice el comunismo, sus llagas son tan visibles que solo 29.000 votos tuvieron en Montevideo. ¿Por qué todos los partidos políticos, sin excepción, se dejan arrinconar por estos canallas mentirosos?
Finalmente, pasó lo que podemos llamar el naufragio, o golpazo contra el mundo, para usar la imagen paracaidista (tenemos más metáforas militares) de las agrupaciones de Cabildo Abierto, que sufrieron una ausencia preocupante de adhesión, aun cuando hay una competencia interna fuerte.
Cierto es que no se decidía el candidato del partido, y eso restó interés a la elección. Pero votó un tercio respecto a la interna del 2019, cuando todo era entusiasmo y esperanza en un General que venía a cambiar la política en la forma de practicarla y en los contenidos doctrinarios.
La grieta no se disimuló ni en la semiótica de los nombres de las agrupaciones. Los disidentes y desafiantes al statu quo (“challengers” o Caballos de Troya) se perciben “Pueblos Libres”, ante lo cual los otros respondieron percibiéndose “Lealtad y Unidad”, dejando todo a la vista y dándole un revolcón a una decena de pequeñas listas de los “Libres”, más que duplicando sus votos, según información disponible en prensa.
Parece que el partido no mantuvo su núcleo duro militar ni muchos civiles hartos de los políticos, siempre respecto a internas de 2019. ¿Podrán volver a ilusionar a la familia militar, que se siente engañada, por su poca acción afectiva para la libertad de los militares prisioneros políticos? Es un cachetazo que parece decir: no aceptamos más promesas incumplidas, se los votó para algo y no han cumplido. La pregunta es: ¿se los volverá a votar cuando sea obligatorio y por aquello del mal menor? ¿O habrá un reflujo hacia Ojeda, Salle, Bonica o algún otro que entienda los signos de los tiempos?
Las lecciones de la Interna
A Uruguay le falta un partido con claro perfil “de derechas”, para entendernos con la clasificación, con el que se identificarían cientos de miles de ciudadanos, que siguen hartos del zurdaje y la zurdopatía de todos los actuales partidos políticos. La tibieza “centrista” a la que juegan todos, sin principios firmes, sino el viejo “catch all” y la consecuente demagogia.
Los partidos políticos están tan desprestigiados que dos de cada tres uruguayos no los considera confiables y necesarios y por ello les da la espalda.
Cabildo Abierto tendrá que enderezar el rumbo si quiere ocupar ese espacio desierto y deberá tener una estrategia que convenza además al núcleo que perdió y a la familia militar para que vuelva a confiar en él.
Las acciones del Partido Comunista podrían borrarse de un plumazo. La baja votación demuestra su debilidad. Solo hay que decidirse.