¿Cuál es la mejor opción?

Publicado originalmente en semanario “La Mañana”

Tras la publicación del libro La opción benedictina en 2018, admiradores y críticos de la visión de Rod Dreher han salido a proponer otras opciones. A nuestro juicio, las más interesantes son la opción Pelayo, la opción Boecio y la opción Santa Bohemia, entre otras.

¿Qué propone Dreher en La opción benedictina? La formación de pequeñas comunidades unidas por una misma fe, en las que se pueda contemplar el bien, la belleza y la verdad. “Remansos de agua limpia”, diría San Josemaría. Algo similar propusieron en su momento, John Senior y Natalia Sanmartín Fenollera.

¿Supone esto un apartamiento del mundo? Según el propio Dreher, lo que él propone son comunidades “que insistan en las diferencias que los cristianos tenemos respecto al resto del mundo, y hacer cosas que refuercen esa diferencia. Esto no significa que nos escondamos del mundo, sino que cuando salimos al mundo debemos ser fieles representantes de Jesucristo”.

Dreher no propone formar guetos, sino distintos tipos de comunidades cristianas: desde un pueblo en torno a una abadía, hasta un centro cultural o un club de lectura. La idea es que los cristianos tengamos un lugar donde “cargar las pilas” para luego volver al mundo. Así, cuando todo se desmorone, aún existirán cristianos bien formados y con la doctrina intacta, que se encargarán de restaurar la cultura al modo de San Benito.

La opción Pelayo (propuesta por Roberto de Mattei) es crítica de la opción benedictina. Propone seguir peleando en medio del mundo y contra la modernidad, como Don Pelayo en Covadonga, con el espíritu de los cruzados. No solo quieren ganar almas para el Cielo: quieren recuperar las instituciones, las costumbres y el espacio público ya. Prefieren morir peleando que volver a las catacumbas, porque entienden que la solución a la crisis de este mundo es la implantación del reinado de Jesús y de María en las almas y en la sociedad. Los “pelayos” también valoran el uso de la pluma para defender la verdad frente a los enemigos de Cristo…

Por su parte, el Prof. estadounidense Anthony Esolen ha hablado de la opción Boecio. Esta opción toma el nombre del gran filósofo, sabio y traductor romano, porque siendo un intelectual de cabo a rabo, y pudiendo vivir tranquilamente retirado y dedicado a sus libros, entendió que era su deber bajar a la arena política, e involucrarse en los problemas de su tiempo. Tras impulsar un acuerdo de unidad entre romanos y godos, el rey Teodorico lo acusó de traición y terminó decapitado. Boecio es un ejemplo para todo intelectual que, en contra de sus gustos e inclinaciones, es llamado a abrazar la cruz y a entregar la vida por su patria.

Otra opción –muy simpática– es la Santa Bohemia, creada y practicada por amigos argentinos. Creo que si Dreher la hubiera conocido la habría incluido en su libro, ya que es perfectamente compatible con la opción benedictina. Estos amigos se reúnen con frecuencia a comer un buen asado, regado con buen vino o buena cerveza –dependiendo del clima– y conversan hasta que las velas y las brasas ardan. ¿Sobre qué? Sobre las cosas importantes de la vida: las últimas noticias de estos tiempos y las novedades de los últimos tiempos. Además, cantan folklore, hablan sobre literatura, historia, política y religión, en un ambiente por demás apocalíptico: junto a la parrilla…

¿Con qué opción nos quedamos? ¡Con todas! Pero, si unos dicen que es mejor retirarse del mundo y otros que es mejor dar la batalla en medio del mundo, ¿no son opciones contradictorias? ¡No! ¡Son complementarias! ¿Acaso en una guerra es mejor la infantería que la aviación, la inteligencia que la armada, la artillería que la caballería? No. Todas son necesarias. Análogamente, todas las opciones son buenas, si se opta por ellas con rectitud de intención y para mayor gloria de Dios.

El mundo necesita, obviamente, “guerreros” cristianos que se jueguen el pellejo en medio del mundo; pero también necesita intelectuales y contemplativos, capaces de transmitir el legado de la Cristiandad a las nuevas generaciones. Y necesita por todos lados, grupos de amigos que establezcan costumbres, tradiciones e identidades propias que perduren en el tiempo, contra la marea homogeneizante que lo inunda todo.

Así, cuando todo caiga, los guerreros, los políticos, los intelectuales y los contemplativos, podrán fundirse en un abrazo –gracias al espíritu amistoso de los bohemios– y construir juntos una nueva Cristiandad.

Álvaro Fernandez Texeira Nunes

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